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EUROKRISIS

Francia Traicionada por la República

Francia Traicionada por la República

FRANCIA TRAICIONADA POR LA REPÚBLICA
por JEAN RASPAIL Le Figaro

Estoy convencido de que nuestro destino como franceses está sellado, porque «En mi casa están en su casa » (Mitterrand), en el seno de « una Europa cuyas raíces son tan musulmanas como cristianas» (Chirac), porque la situación es irreversible hasta el cambio definitivo de los años 2050, cuando los franceses de origen constituyan solamente la mitad (la más avejentada) de la población del país, estando compuesto el resto por africanos, magrebíes o negros y por asiáticos de todas partes originarios de la reserva inextinguible del tercer mundo, con el Islam , integristas y djihadistas incluídos, como elemento dominante, y esto no habrá hecho más que empezar.
 
He dado vueltas en torno al mismo tema como un perro amaestrado en torno a un paquete con trampa. Es difícil tratarlo de forma directa sin que os estalle en la cara. Se corre peligro de muerte civil. Se trata sin embargo de la pregunta fundamental. He tenido mis dudas. Sobre todo porque en 1973, al publicar El Campamento de los Santos ya he contado todo sobre el asunto. No tengo gran cosa que añadir, salvo que creo que el guiso ya está preparado.

Porque estoy convencido de que nuestro destino como franceses está sellado, porque «En mi casa están en su casa » (Mitterrand), en el seno de « una Europa cuyas raíces son tan musulmanas como cristianas» (Chirac), porque la situación es irreversible hasta el cambio definitivo de los años 2050, cuando los franceses de origen constituyan solamente la mitad (la más avejentada) de la población del país, estando compuesto el resto por africanos, magrebíes o negros y por asiáticos de todas partes originarios de la reserva inextinguible del tercer mundo, con el Islam , integristas y djihadistas incluídos, como elemento dominante, y esto no habrá hecho más que empezar.

No sólo Francia está concernida. Toda Europa camina hacia la muerte. No faltan las advertencias – informe de la ONU (que se alegra de ello), trabajos incontestables en especial de los demógrafos Jean-Claude Chesnais et Jacques Dupâquier –, pero son sistemáticamente ocultadas y la Oficina de Estadística juega a la desinformación. El silencio casi sépulcral de los medios de comunicación, de los gobiernos y de las instituciones comunitarias sobre la quiebra demográfica de la Europa de los Quince es uno de los fenómenos más importantes de nuestra época. Cuando se produce un nacimiento en mi familia o en casa de unos amigos, no puedo contemplar este bebé sin inquietarme por lo que le está preparando la incuria de los gobernantes y lo a lo que deberá hacer frente en su fase adulta...

Hay que contar con que los franceses de origen, machacados por el tam-tam incesante de los derechos humanos, de la « acogida al distinto », del «compartir» tan grato a nuestros obispos, etc., encuadrados por todo un arsenal represivo de leyes supuestamente «antiracistas», condicionadas desde la primera infancia al « mestizaje » cultural et de comportamiento, a los imperativos de la «Francia plural» y a todas las derivas de la antigua caridad cristiana, no tendrán otra salida que bajar la cerviz y fundirse sin rechistar en el nuevo molde de “ciudadano” francés del. De todas formas no hay que desesperar del todo. Sin duda subsistirán lo que en etnología se denominan islotes, fuertes minorías, quizá una quincena de millones de franceses y no necesariamente todos de raza blanca que aún hablarán nuestro idioma en su integridad y que se empañarán en permanecer fieles a nuestra cultura y nuestra historia tal como nos han sido transmitidas de generación en generación. Esto no les resultará fácil.

Frente a las distintas “comunidades” cuya formación estamos presenciando sobre las ruinas de la integración (o mejor dicho, a la inversa : somos nosotros los que nos estamos integrando al “distinto” y no al revés) y que en 2050 estarán definitiva y sin duda institucionalmente establecidas, se tratará de alguna forma de una especie de comunidad francesa de la continuidad. Esta se basará en las familias, su natalidad, su endogamia de supervivencia, sus colegios, sus redes paralelas de solidaridad, quizá incluso en sus zonas geográficas, sus porciones de territorio, sus barrios, sus plazas de seguridad y, por qué no, su fe cristiana, y con un poco de suerte católica, si este cimiento consigue sostenerse.
Esto no gustará. El choque se producirá tarde o temprano. Algo como la eliminación de los kulaks por medios legales apropiados. ¿Y después?

Acto seguido Francia no estará poblada más que por ermitaños de todo tipo de procedencias que vivirán en conchas abandonadas por los representantes de una especie extinguida para siempre que se llamaba la especie francesa, y que en absoluto recordaba a la que, debido a no se sabe qué extraña metamorfosis genética, se había apoderado de su nombre. El proceso ya ha comenzado.

Existe otra segunda posibilidad de la que no podría hablar más que en privado y que necesitaría que consultase con mi abogado, consistiría en que los islotes resistiesen hasta emprender una especie de Reconquista sin duda diferente a la española pero que se inspire en sus mismas causas. Sobre este tema esta por escribir una peligrosa novela. No soy yo quien se encargará de escribirla, ya he hecho bastante. Su autor probablemente aún no ha nacido, pero este libro verá la luz en un momento dado, de ello estoy seguro.

Lo que no llego a comprender y que me sume en un estado de perplejidad, es cómo y por qué tantos franceses informados y tantos políticos coinciden de forma metódica, contumaz, no me atrevo a decir que cínica, a la inmolación de cierta Francia (evitemos el calificativo de eterna que revuelve las buenas consciencias) en el altar del humanismo utópico exacerbado. Me planteo la misma pregunta a propósito de todas esas omnipresentes asociaciones de derecho a esto y a aquello, y de todas esas ligas, esas sociedades de pensamiento, esas oficinas subvencionadas, esas redes de manipuladores infiltrados en todos los engranajes del estado (educación, magistratura, partidos políticos, sindicatos, etc.), esos incontables demandantes, esos medios de comunicación correctamente consensuales y todos esos « inteligentes » que día tras día inoculan impunemente su sustancia anestesiante en el organismo aún sano de la nación francesa.
Incluso si soy capaz, como mucho, de concederles algo de sinceridad, me cuesta admitir que se trata de mis compatriotas. Se percibe en mi imaginación la palabra renegado, pero existe otra explicación : confunden Francia con la República. Los « valores republicanos » se declinan en infinitivo, lo sabemos hasta la saciedad, pero nunca hacen referencia a Francia. Sin embargo Francia es ante todo una patria carnal. Por el contrario, la República, que no es más que una forma de gobierno, es para ellos sinónimo de ideología, ideología con una gran « I », la ideología en mayúscula. Tengo la sensación de que traicionan, en cierto modo, la primera por la segunda.

Entre la marea de referencias que acumulo en gruesos expedientes de apoyo de esta tesis, he aquí que bajo una apariencia inocente aclara en gran medida la extensión de los daños. Está tomada de un discurso de Laurent Fabius al congreso socialista de Dijon, el 17 de mayo de 2003 : « Cuando la Mariana (figura femenina símbolo de la república francesa) de nuestros ayuntamientos adopte el bello rostro de una joven francesa procedente de la inmigración, ese día Francia habrá dado un paso en la dirección de hacedr vivir plenamente los valores de la República... »

Ya que hemos empezado con las citas, he aquí dos, para concluir: « No existen bombas atómicas en el mundo para detener la marea formada por los millones de seres humanos que un día partirán de la parte meridional y pobre del mundo, para irrumpir en los espacios relativamente abiertos del rico hemisferio septentrional, en búsqueda de supervivencia. » (Presidente de Argelia Bumedian, marzo de 1974.)

Y esta otra, tomada del Canto XX del Apocalipsis : « La era de los mil años se acaba. He aquí que salen las naciones que están en los cuatro rincones de la tierra y que igualan en número a la arena del mar. Saldrán de expedición sobre la superficie de la tierra, irrumpirán en el campamento de los santos y en la ciudad bien amada. »

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