Blogia
EUROKRISIS

Una lectura obligada para cualquier occidental orgulloso de su raza, su civilización, sus valores, su cultura y sus tradiciones!!!

Una lectura obligada para cualquier occidental orgulloso de su raza, su civilización, sus valores, su cultura y sus tradiciones!!!

"El campamento de los Santos"

Título: El Campamento de los Santos
Autor: Jean Raspail
Editado por: Ediciones Ojeda, 2003

Escrita hace más de 30 años esta novela presagiaba la caída de Occidente ante los nuevos tótems erigidos en honor de la multiculturalidad y la hermandad universal. Lo que nos pretende transmitir Raspail no es la superioridad de la raza blanca –simpleza a la que inmediatamente se aferran los amantes de lo políticamente correcto- sino el orgullo de un legado cultural de más de mil años que estamos dilapidando con la complicidad autodestructiva del nihilismo globalizado.

Migrantes y refugiados, choque de globalizaciones

El asalto migratorio de africanos en el enclave español de Melilla anticipa situaciones todavía más dramáticas.

Cuando la arribada de pateras a nuestras costas ha dejado ya de ser noticia por haberse convertido en constante, cuando la presión de los inmigrantes subsaharianos —permítaseme el uso irónico del común eufemismo— en las fronteras españolas de Ceuta y Melilla ha provocado sus primeras víctimas mortales, cuando la regularización de inmigrantes ilegales es la ya la única política migratoria contemplada por nuestros gobernantes, cuando las mafias extranjeras comienzan a actuar de manera cada vez más descarada en la explotación de sus propios connacionales, cuando el terrorismo tribal “latino” comienza a marcar con sangre los territorios de cada banda, cuando se extiende como un reguero de pólvora —merced a modernas técnicas como el swarming— la vandálica revuelta de los “nuevos franceses”, El Campamento de los Santos de Jean Raspail parece toda una premonición.

En ella, el autor plantea el hundimiento de la civilización occidental como consecuencia de una marea inmigratoria sin precedentes, frente a la que ni autoridades ni ciudadanos son capaces de oponer la respuesta adecuada.

Una lectura meramente superficial de estas páginas puede dar la impresión de que el autor señala como responsables de la hecatombe narrada a los “nuevos bárbaros” que arriban a las costas francesas; pero su mensaje es todavía más escandaloso, pues denuncia la debilidad de una civilización en franca descomposición, incapaz de asimilar esa “mundialización” —que ya hace lustros era una realidad— más que como una crisis fatal de su propia identidad, fiel a unos valores corrompidos que ya no la sustentan.

El libro apocalíptico “El campo de los Santos” a pesar de estar editado en 1.973 por el Francés Jean Raspail, lo podemos reubicar a la actualidad reciente, una novela de anticipación sobre el fenómeno inmigratorio hacia Europa.
Este libro, recientemente reeditado, conserva un público de culto entre quienes indagan en los problemas planteados por la globalización y, en especial, entre los expertos en cuestiones de migración.

Sus 51 capítulos suelen revivir en el debate cuando algún episodio de mucha visibilidad, como el reciente asalto migratorio africano en Melilla, nos recuerda que el futuro que la novela intentaba anticipar puede estar ya entre nosotros.

La trama es sencilla hasta lo dramático. La crisis internacional que la desata es una hambruna en la India. Una de las respuestas confusas de Occidente corre por cuenta de Bélgica que decide recibir un número limitado de niños indios para rescatarlos de la condena, pero rápidamente revisa su generosidad en medio de escenas de multitudes apiñadas frente a las oficinas diplomáticas belgas intentando poner a sus hijos a salvo.

La desesperación encuentra su voz en un anónimo "intocable" que llama a la gente a migrar. "Las naciones se están alzando en los cuatro rincones del planeta", les dice, "y su número es igual a las arenas de los mares". "Marcharán sobre la ancha tierra y rodearán el campo de los santos", profetiza. Y así sucede.

No menos de un millón de indios famélicos se apropia de embarcaciones en los puertos e inicia —en improvisada flota— un viaje incierto y de muerte que sólo se detiene frente a las costas francesas.

Un desorientado presidente de ficción enfrenta el mismo dilema que ahora aqueja circunstancialmente a José Luis Rodríguez Zapatero. Después de agonizar largamente en la duda, ordena finalmente impedir el desembarco haciendo que su Armada cañonee los buques y que sus soldados disparen sobre la desesperación.

Es demasiado tarde. El autor, a quien interesa más las respuestas posibles de Francia que el desafío imaginario, narra cómo los franceses abandonan sus hogares en el sur del país y las filas militares son diezmadas por la deserción, generada porque el hambre y la miseria humanas son mal enemigo para enfrentar dignamente sólo con plomo.

En esto, la novela se asocia con el testimonio de un anónimo soldado español que, en crónicas periodísticas, fue citado esta semana en Melilla diciendo: "Si cargan yo no disparo, me hago a un lado". Lo de Francia es sólo el comienzo de una nueva épica de los desposeídos.

En el resto de la geografía planetaria de la pobreza este resultado actúa como señal de largada para otras, múltiples, interminables, invasiones al "campo de los santos", una alusión al Apocalipsis según San Juan.

El planteo de Raspail es, en verdad, tan reaccionario como inteligente. No sólo traza el conflicto en términos de raza —piel oscura contra blanca—, sino que lo que denuncia son los valores del humanismo occidental presuntamente llevados al extremo de la locura: con un cerebro colectivo que parece contar con sólo dos hemisferios —uno dominado por la culpa y otro obsesionado por eludir el racismo— Occidente se condena a si mismo por tolerancia.

El hambre de cientos de millones de indios no es más que una anécdota que gatilla el derrumbe. Aunque la novela aparece como una reacción a los valores en auge en la época —es una forma de respuesta al impacto del rebelde mayo francés del 68—, Raspail ha mantenido su enfoque en años posteriores: en un polémico artículo de 1985 —escrito junto con un demógrafo— anunció la muerte inminente de la cultura francesa arrasada por la inmigración.

El problema se ha vuelto más grave —era casi inexistente como tal en 1973— y mucho de la cultura de tolerancia occidental se ha diluido en el miedo que ahora le infunde "el otro". Raspail no se encuentra casi solo como entonces; uno puede hallar autores como Robert D. Kaplan augurando el caos de un colapso generalizado de estados-nación en Africa, o Samuel Huntington abogando con fuerza contra el crecimiento de la población hispana que, asegura, pone en riesgo la supervivencia de la identidad cultural estadounidense.

Las características de los migrantes de hoy desafían patrones tradicionales. Antes —siglo XIX y comienzos del XX— los que buscaban el mundo exterior estaban entre aquellos mejor informados y mejor equipados para sobrevivir en un medio nuevo. Los africanos que saltaron sobre los alambrados en Melilla no están en la cima de esa hipotética pirámide de la migración.

Esta misma semana, junto con las imágenes desoladoras de Melilla, se conoció el primer informe de la Comisión Global sobre Migración Internacional que, hace dos años, creo la ONU. De las 33 recomendaciones del grupo de 19 expertos, hay una —quizá la más importante— que haría poner los pelos de punta en la cabeza de Raspail y otros como él. Hay que promover más migraciones del mundo subdesarrollado al mundo rico, dijo. Es beneficioso para ambos términos de la ecuación, afirmó.

El texto, sin embargo, tuvo ecos diferentes a los imaginados por sus autores. En Inglaterra, por ejemplo, el hecho de que el informe revelara que unos 100.000 inmigrantes no documentados arriban anualmente movió a la oposición al gobierno —embarcado ya en una ofensiva jurídico-policial contra el extranjero— a reclamar que se redoblen esfuerzos para detener la corriente.

Quizá el escenario que anticipó Raspail sea algo inevitable. Un 3% de la humanidad vive ya en un país diferente al de origen —el doble del hace 25 años— y el dinero que envía a los que quedaron atrás está calculado en unos 800.000 millones de dólares anuales, casi lo mismo que recibe el mundo subdesarrollado como inversión directa.

La realidad plantea un interrogante extremo a la versión rosa en la que están empecinados los profetas de la globalización. Hasta hora, ni muestra los frutos de un derrame de la nueva riqueza. Ni reduce las asimetrías. Ni aproxima a los distintos, apenas si los hacina.



Sinopsis:
Una novela que se anticipó 30 años a la irrupción de millones de emigrantes en Europa y que ha vendido 500.000 ejemplares en todo el mundo.

Las pantallas de la televisión nos muestran cientos de pesonas que desembarcan en las costas de las Canarias y del sur de la Península después de cruzar varias millas –en los casos más desesperados cientos de ellas- de océano.

Los pasajeros, senegaleses, guineanos, marroquíes, saharauis, llegan exhaustos y se desploman. Les vemos ateridos, asustados, hambrientos, enfermos... Ya no son una novedad para nosotros. Sin embargo, hace 30 años un escritor, el novelista Jean Raspail, escribió una novela, El desembarco (su titulo original es El campamento de los Santos) en la que describía la irrupción en el sur de Francia de un millón de emigrantes en un solo día. Lo que en los años setenta parecía una utopía se ha revelado como una realidad.

Cuando un día se levanta el sol en Francia, el mundo ha cambiado. La luz muestra cientos de barcos herrumbrosos en los que se apiña un millón de personas que ha viajado desde la India a la próspera Europa. A partir de esta escena se suceden los sentimientos (desconcierto, miedo, ira, compasión... ) y las reacciones, de la que la principal es la huida... aunque no se sabe adónde.

Raspail presenta una crítica de nuestro mundo cotidiano. La mayoría de sus personajes ha vivido hasta ese momento una existencia plácida, que queda rota ante la invasión de miles de pobres. Aparecen periodistas en busca de imágenes y declaraciones impactantes, agitadores que odian a sus compatriotas y a su país hasta el punto de aprovechar a los recién llegados para cambiar al sociedad, burgueses que esperan todo del Gobierno, políticos desconcertados que se limitan a convocar comités de expertos...

En su momento, la novela pareció una utopía usada para burlarse de una Europa ablandada por el bienestar y el confort, incapaz de compartir ni de defenderse ni de reproducirse. El paso de los años, la ha convertido en una premonición.

El desembarco se ha traducido a los principales idiomas cultos del mundo y sigue reeditándose sin cesar. Las ediciones francesa y estadounidense han vendido 400.000 ejemplares; en total, la venta de El desembarco ronda los 500.000 ejemplares. La actualidad, el paisaje que vemos en nuestra calle, hacen de esta novela uno de los best-sellers más longevos de los últimos años.

Jean Raspail (1925) es un novelista y escritor de viajes muy conocido en Francia. Sus libros se han traducido a más de quince idiomas. Entre sus premios y condecoraciones destaca la Legión de Honor francesa.

0 comentarios