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EUROKRISIS

Desde la Organización de la Conferencia Islámica ya nos exigen la aplicación de la Sharia

Desde la Organización de la Conferencia Islámica ya nos exigen la aplicación de la Sharia

El presidente de Malasia exige a Londres la sharia para los musulmanes en el Reino Unido; la Iglesia de Inglaterra, que rectifique su discriminación del cristianismo en beneficio del islam

11.06.08 • 03:26 GMT • Javier Monjas - Madrid Email

En Kuala Lumpur se acaba de celebrar la denominada Tercera Conferencia Internacional sobre el Mundo Musulmán y Occidente: Tendiendo Puentes. Pero en el lado islámico de los puentes se han seguido escuchando graves acusaciones contra Occidente y sus “insultos” al islam. El anfitrión de la conferencia, el presidente de Malasia, Abdullah Ahmad Badawi, realizaba ante el congreso una emocionada llamada a cultivar “los puntos comunes en interés de nuestra común agenda de paz”. Pero la buena voluntad tenía truco. En entrevista con medios occidentales, el presidente del país musulmán también exigía al ejecutivo de Gordon Brown que permita vivir a los musulmanes del país bajo la ley islámica. Ese mismo día, el primer ministro británico completaba el informe sismográfico del día recibiendo un extremadamente irritado estudio de la Iglesia de Inglaterra exigiendo para los cristianos "el mismo reconocimiento" que se da a los musulmanes en el propio Reino Unido.

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“(Los musulmanes en el Reino Unido) deberían cumplir con la ley de la tierra, pero también deberían ser capaces de seguir sus observancias religiosas y sus creencias para expresar su obligación con Dios”, decía el presidente malayo en su exigencia de que el país europeo permita a las comunidades islámicas en su suelo regirse por la ley coránica. Además, Badawi advertía de que el extremismo islámico seguirá creciendo en el Reino Unido debido a “la pobreza, el descontento social, las penurias, la discriminación y la creencia en la gente que no importan mucho como consecuencia del color de su piel”. Pero, en el Reino Unido, quienes más discriminados dicen sentirse ahora son precisamente los cristianos, o eso, al menos, es lo que ha comenzado a proclamar, ya de forma harto agria y agresiva, la Iglesia de Inglaterra hablando por las inmensas mayorías protestantes y católicas del país.

"La traición del laborismo a los cristianos"

Un informe encargado por los anglicanos acusaba directamente a Londres de discriminar a las iglesias cristianas en favor de las confesiones minoritarias. Justo en las antípodas de las constantes incriminaciones de los líderes islámicos domésticos y foráneos, pero compartiendo imputaciones y hasta formas de lenguaje, la iglesia anglicana espetaba al estado británico -y, muy notablemente, a los gobiernos laboristas de Blair a Brown- su “significativa falta de comprensión o de interés” por la “actual o potencial” contribución de la Iglesia de Inglaterra a la “esfera pública”, en favor del constante estrechamiento de lazos y ofrecimiento de recursos a las comunidades musulmanas.

La contundencia del informe llevaba a inauditos y no menos contundentes titulares en la prensa, como "La Iglesia ataca al laborismo por traicionar a los cristianos"; "Iglesia de Inglaterra: El gobierno británico interesado en el islam pero ignorante de la cristiandad" o "El arzobispo de Canterbury advierte: No ignoréis al cristianismo por el islam". Y es que era el mismo Rowan Williams que hace escasas semanas veía “inevitable” que la sharia rija en el Reino Unido (ND) y pedía, por ello, que las autoridades británicas comenzaran a preparar el desembarco de la ley islámica, quien ahora fruncía sus bien pobladas cejas de druida cristiano y calificaba de “deprimente” el “olvido” del propio gobierno londinense a los cristianos del país. El arzobispo de Canterbury, en un comunicado conjunto con el arzobispo de York -un negro ugandés enemigo a muerte del multiculturalismo y del victimismo islámico (ND)- reclamaba a Londres que comience a apreciar “la escala y calidad de la contribución de las organizaciones religiosas a la vida civil y cívica de nuestra nación” y, “particularmente (…), la contribución de la Iglesia de Inglaterra y su feligresía”.

"Campaña de odio y discriminación" contra los musulmanes

Pero muy lejos de allí, en Kuala Lumpur, el presidente de la Organización de la Conferencia Islámica, el turco Ekmeleddin Ihsanoglu, exigía el fin de “la campaña de odio y discriminación” en Occidente contra los musulmanes en general, y contra los musulmanes en Europa, en particular. De hecho, los líderes islámicos lanzaban una y otra vez sus andanadas contra una Europa que “discrimina” a sus comunidades musulmanas mucho más de lo que los propios Estados Unidos marginan a las suyas, y esto, dicho por la Organización de la Conferencia Islámica -en su belicosa línea habitual (ND)-, y remitido a todo el mundo por la agencia oficial iraní -ahora considerando a Europa más cruel en el trato a los musulmanes que el propio Gran Satán americano-, ofrecía redoblados e inquietantes significados.

Además, estas y otras informaciones recogían los datos de una encuesta realizada por el Foro Económico Mundial en enero de 2008 en la que se constataba el abismo de percepciones entre norteamericanos y europeos -con muy destacadas opiniones negativas en el caso de los españoles- en relación con las comunidades musulmanas en sus respectivos suelos. En este sentido, el informe desvelaba cómo grandes mayorías -en el entorno del 70 al 80 por ciento de las poblaciones de Dinamarca, Italia, Holanda y España- ven una “amenaza” en una mayor relación entre Occidente y el mundo islámico.

España, destacada en la desconfianza hacia los musulmanes

En definitiva, el estudio del Foro Económico Mundial, junto con el también reciente de Gallup sobre el mismo tema, constata cómo occidentales y musulmanes se ven con una extremada desconfianza, con tres de cada cuatro estadounidenses afirmando que el orbe musulmán no contribuye a ningún acercamiento con Occidente, por cierto, en una proporción exactamente idéntica a la de los palestinos que ven similar actitud, pero sentido opuesto, en los occidentales, por mucho que los israelíes, en sorprendente paradoja, se sitúen en la vanguardia de quienes confían en el esfuerzo de los países islámicos.

Sin embargo, en la encuesta de Gallup, Italia, Dinamarca y España se sitúan en la cabeza de los países más desconfiados con el islam, tanto con sus practicantes en el extranjero, como con los que viven ya instalados en el interior de los países europeos. De hecho, las poblaciones de estos y de otros países occidentales, -incluyendo a la estadounidense y a la española (de nuevo en la cabeza del recelo antiislámico que nada ayuda a disipar las constantes detenciones de terroristas islamistas en su suelo)- consideran que sus gobernantes se encuentran mucho menos preocupados por la amenaza musulmana de lo que lo están los propios ciudadanos.

Tímidas autocríticas islámicas

En este entorno, muy pocas y muy tibias han sido las voces autocríticas que se han levantado en Kuala Lumpur. Shaukat Aziz, ex primer ministro pakistaní, manifestaba: “Debemos dejar de actuar en el mundo musulmán como si fuéramos víctimas o estuviéramos siendo maltratados. Tenemos que abrirnos a admitir que también hay cosas en nuestros propios países que deben ser cambiadas”. También hablaba claro en este sentido el príncipe Turki al-Faisal, presidente del Instituto de Estudios Islámicos de los Emiratos Árabes Unidos. Para estrechar el abismo entre el islam y Occidente, las naciones musulmanas necesitan “mirarse a sí mismas y solucionar sus problemas antes de mirar a otros”, decía Al-Faisal. No obstante, nada mucho más allá de estas tibias y solitarias peticiones de autocrítica se pudo escuchar en la agitación victimista de Kuala Lumpur.

De hecho, la conferencia de ’tendido de puentes’, en línea con la virulencia del lenguaje en los países islámicos y de acuerdo con anteriores encuentros internacionales, redoblaba el habitual llamamiento a corregir la percepción del islam en los medios occidentales, manipuladores de la "auténtica esencia del islam", en su opinión. En medio de las también habituales quejas sobre la “islamofobia” occidental, los líderes que llevaron la voz cantante lamentaban tanto la supuesta equiparación occidental del islam con Al Qaeda, como el “problema” de “los principios del islam (que obligan) a permanecer en calma y a apreciar la belleza”, en lugar de responder con medidas de “coerción suficientes o suficientemente efectivas”.

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